- ¿Nos hallamos ante dos
ciclos distintos? Y, si es así, ¿en qué se asemejan y en qué se diferencian?
- En mi trabajo siempre conviven varios ciclos o círculos más bien. No
me gusta insistir en el modo o en el estilo, voy variando para evitar mi propia
monotonía. Sigo tres o cuatro caminos diferentes que sólo se unirán en mi
propio universo. Se asemejan en la extensión de algunos poemas y en la
similitud que puede dar al estilo el hecho de pertenecer a una misma memoria,
pero en realidad son diferentes todos. Otra similitud que existe entre Todos los trenes… y La escopeta… es el grito que emerge de la tinta para que no suceda
tanto desastre, grito que alcanza también a Máquina.
Es complicado para mí ver desde fuera todo esto que señalan tus preguntas,
recordar plenamente la idea primera de cada texto. Sólo me quedan rasgos en la
memoria, a modo de lo que un avión abandona en el aire tras su paso. Los dos
primeros libros que me nombras son un grito. Máquina es una especie de
precaución, prevenir por que no llegue y Meteoritos es un balancearse en la belleza.
- Nos da la sensación de
que la poética de Dolors Alberola evoluciona con una gran rapidez, aunque
siempre conserva unas constantes, ¿podría explicarlas someramente?
- Ya he comentado que intento no ahondar en la monotonía, conducir el
discurso por veredas poco transitadas, experimentar sabiendo que no hallo, que
no estoy en el punto preciso que deseo, que todavía no he encontrado el poema,
el libro, la razón de esta añoranza que me impele a nadar en la belleza, aunque
me encuentre dentro de un lupanar de tinta y la vida no sea el mejor mundo
posible.